La humanización de la justicia se refiere a la creación de sistemas judiciales que se centren en las necesidades y derechos de las personas, y no sólo en la aplicación de la ley. Este enfoque busca fomentar la empatía, la justicia social y el respeto a la dignidad humana en el proceso judicial y en las decisiones que se toman.
Algunas de las características de una justicia humanizada pueden incluir:
- Empatía: los jueces, fiscales y abogados deben tener la capacidad de entender y ponerse en el lugar de las personas que acuden a la justicia, y tomar decisiones justas y equitativas en consecuencia.
- Accesibilidad: los sistemas judiciales deben ser accesibles para todas las personas, independientemente de su origen, género, orientación sexual o condición social, y deben contar con servicios de interpretación y traducción para garantizar que todas las personas puedan comprender y participar en el proceso.
- Transparencia: los sistemas judiciales deben ser transparentes y rendir cuentas a la sociedad, para garantizar la confianza de la ciudadanía en la justicia y prevenir la corrupción.
- Respeto a los derechos humanos: los sistemas judiciales deben respetar y proteger los derechos humanos de todas las personas, incluyendo el derecho a un juicio justo, la presunción de inocencia, la protección contra la tortura y los tratos crueles, inhumanos o degradantes, entre otros.
- Enfoque en la reparación y la resolución pacífica de conflictos: los sistemas judiciales deben tener un enfoque centrado en la reparación del daño causado y la resolución pacífica de los conflictos, en lugar de la simple sanción o castigo de los responsables.
En definitiva, la humanización de la justicia busca garantizar que los sistemas judiciales sean más justos, equitativos, accesibles y respetuosos con los derechos humanos de todas las personas involucradas en el proceso judicial.